"Las canciones no mienten". Lo dice Manuel Vázquez Montalbán en uno de sus artículos de Crónica sentimental de España, cuando afirma que los letristas son los más afortunados fotógrafos de la sentimentalidad. Añade que entre los méritos de una buena canción-fotografia está el de reducir al máximo el nombre de palabras y ser muy concreta en su significado. “A veces un simple letrista y musicador al servicio de una de aquellas orquestas que recorrían los veranos de la España eternamente devastada y reconstruida, acertaban, mágicamente, cómo si su mano hubiera sido movida por la magia de una sabiduría intangible”.
Montalbán es uno de esos autores que siempre perdurarán en la memoria, en mi recuerdo concreto, recuerdo haber llorado su muerte, recuerdo su libro póstumo, que Correos me perdió en dos ocasiones. Y no pude evitar ir al Teatro Central a ver este cabaret-literario cuando vino a Sevilla.
Entre textos de diversas obras del autor catalán, como 'Crónica sentimental de España', 'Crónica sentimental de la Transición' o 'La aznaridad', se nos lleva de viaje por nuestro país a lo largo de seis décadas. Un viaje en el que no se pueden evitar la risa, la reflexión, la nostalgia, la tristeza. Un camino en el que no se puede evitar entonar a coro con los actores las conocidas canciones que nos traen, con nuevas reinterpretaciones de las letras.
Montalbán es uno de esos autores que siempre perdurarán en la memoria, en mi recuerdo concreto, recuerdo haber llorado su muerte, recuerdo su libro póstumo, que Correos me perdió en dos ocasiones. Y no pude evitar ir al Teatro Central a ver este cabaret-literario cuando vino a Sevilla.
Entre textos de diversas obras del autor catalán, como 'Crónica sentimental de España', 'Crónica sentimental de la Transición' o 'La aznaridad', se nos lleva de viaje por nuestro país a lo largo de seis décadas. Un viaje en el que no se pueden evitar la risa, la reflexión, la nostalgia, la tristeza. Un camino en el que no se puede evitar entonar a coro con los actores las conocidas canciones que nos traen, con nuevas reinterpretaciones de las letras.
En el escenario se cantan temas como La vaca lechera, Mi jaca y Mi casita de papel, y se recrean cantantes como Escobar, Raphael y Lola Flores, que forman parte de la memoria colectiva. La obra es coral y como tal mantiene un alto nivel de complacencia para el público, Albertí ofreció a sus actores escenas individuales de gran brillantez. Por ejemplo: Lina Lambert, cantando en árabe ¡Que viva España!; Xavier Pujolràs, en la piel de un joven Raphael, y Oriol Genís, como cupletista. Todos están francamente bien, secundados por un Albertí que acompaña al piano los números cantables.
Aunque hay referencias que se nos/les pueden escapar a los más jóvenes, y que se dan un poco por hecho, es cierto que incluso para ellos/nosotros están los temas de Alaska o Sabina, la corrupción de los 80 y 90, y esa sardónica comparación entre la sonrisa de Aznar y la de Geraldine Chaplin.
Un espectáculo ampliamente recomendable.
Aunque hay referencias que se nos/les pueden escapar a los más jóvenes, y que se dan un poco por hecho, es cierto que incluso para ellos/nosotros están los temas de Alaska o Sabina, la corrupción de los 80 y 90, y esa sardónica comparación entre la sonrisa de Aznar y la de Geraldine Chaplin.
Un espectáculo ampliamente recomendable.
4 comentarios:
Después de haberlo visto, puedo decir y digo que hacía tiempo que no me reía, divertía y aprendía tanto en tan poco tiempo. Más que recomendable, un delito perdérselo.
Parece interesante sí :) Tiene que ser curioso ver una canción que cantaba/cantábamos en la guardería en un espectáculo como ese jajaja.
Aunque dudo que pueda verlos :(
La verdad es que yo me entere de chiripa de que venían y me alegro mucho de haberlo visto, a ver si tienes oportunidad.
Saludos
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